"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


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martes, 1 de noviembre de 2011

UN OTOÑO CORTO















A Juan, Diego, Mariquita y María, mis abuelos

A punto de cumplirse un año escribiendo cosas en Vía Marciala, habrán comprobado que se trata de una colaboración de temporada, como la carta de algunos restaurantes, los que aprovechan los productos de la tierra y las materias primas del tiempo. El caso es que en sí misma, esta pequeña comparación o similitud, está suponiendo una nota característica, que deseo y espero evolucione, se complete y mejore en el futuro.

Pero no perdiendo el hilo conductor que nos llevará al otoño, coincidirán conmigo que cuando entramos en un ascensor, o tomamos un taxi, o nos sentamos en el autobús o en el tren junto a alguien (en esos momentos en que el silencio tampoco estaría mal según a qué hora del día), en muchas ocasiones la situación callada gira en conversación, y qué conversación más fácil que la de hablar sobre el tiempo que hace, la calor, el frío, la lluvia, los aires acondicionados y los resfriados, el cambio climático, la ropa que nos sobra a mediodía, los paraguas que se olvidan en todas partes, y sobre todo la opinión propia sobre los gustos y preferencias.

Todos tenemos nuestras inclinaciones hacia una estación del año, y según cada cual hay quien prefiere y soporta mejor el frío, otros todo lo contrario, que anhelan el buen tiempo y el calor. A muchas personas les encanta ver llover, y nevar ni os cuento. Pero en fin, también están las estaciones intermedias, el entretiempo que cada vez es más largo en el tiempo. Sin embargo, hay un refrán que resume todo los dicho hasta ahora, y es que nunca llueve a gusto de todos.

Y todo esto para decir que a mi me encantan la primavera y el verano, y que no me gustan tanto ni el otoño ni el invierno. Ya casi nos hemos olvidado del año pasado, que empezó lloviendo, y que durante más de cuatro meses largos no dejó de hacerlo, un día, otro, una semana, otra, un mes, otro, y otro, y otro. Y en este año 2011, tuvimos la Semana Santa más lluviosa que se recuerda, que ya estábamos hartos de tanta agua. Hasta que por fin llegó mayo y el buen tiempo. Menos mal.

Pero como de todo nos cansamos, en octubre todavía era verano, y ya estábamos diciendo que ni llovía ni hacía frío, que el campo necesitaba de las aguas, y además, que ya estábamos hastiados de tanta calor. Y es verdad que ya estaban llegando los mantecados y polvorones a los supermercados, poniéndose adornos navideños en muchos lugares (más al norte, claro) y que todo el mundo estaba con margas de camisas, pantalón corto y ropas de deporte. Esto ya no hay quien lo entienda.

Pero el otoño llega, y la lluvia, y el frío también. Y mi estado de ánimo se ve afectado, y el de mucha gente. Yo espero que éste sea un otoño corto, como la hora corta que se le desea a la futura madre antes de que llegue el parto, palabra que viene de partir en dos, donde una vida da lugar a otra, y donde antes había una, luego son dos y después tres o más, siete u ocho. Después del dolor llega la felicidad. Digo todo esto, porque a pesar de mis sensaciones otoñales, de melancolía y de tristeza, quizás sean estos sentimientos y estas sensaciones los que dan más valor y sentido a la esperanza y la alegría de la primavera y el buen tiempo.

Noviembre es un mes además de otoñal muy particular, de Tenorios, de Santos y Difuntos, de fiestas con motivos lúgubres y macabros importados, y el de este año también de votaciones, un mes después del cese definitivo de la actividad armada de la banda terrorista de cuyas siglas quisiera olvidarme. Sin embargo, yo quiero terminar acordándome de los seres queridos que recordaremos en este mes y siempre, pues como dice nuestro escultor Salvador García, en sus esculturas las oquedades, los huecos, son muy importantes, porque forman parte de las propias imágenes y personajes que representan, como en las personas, pues cuando faltan son ya parte de sus seres queridos. Sus ausencias, esos huecos que son reales y existen, forman parte de nosotros mismos y dan sentido a nuestra propia existencia.
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jueves, 25 de marzo de 2010

DOMINGO DE RAMOS EN TRAJANO (UTRERA)

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El Domingo de Ramos de 2010 en Trajano será distinto, por muchos motivos. El primero y principal porque en este año jacobeo no saldrá La Borriquita por sus calles y su plaza. Otro gran motivo es que ya no está don Emigdio, bajo cuyo amparo de Asociación Parroquial procesaba la Sagrada Imagen. Ambos motivos causales van unidos de forma indisoluble, aunque estoy seguro que en un futuro no muy lejano, se conseguirá retomar nuestro tradicional Domingo de Ramos, y de forma natural se asociará a la historia más reciente de Trajano.

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Y por todo ello, y por mucho más, para que conste en este mi particular espacio en internet, traigo hoy el artículo publicado en el mes de Abril de 1998, de la revista utrerana Vía Marciala, una vez más. Son textos que guardo con mucho cariño, y que rememoro, pues para eso, para recordar, y porque me gusta actualizarlos acompañándolos de diverso material gráfico (las cuatro primeras fotografías son de Gerardo Carona Cano), y audiovisual de quien suscribe (fotografía y vídeo de 2004).


Desde Trajano
"La Borriquita y el Domingo de Ramos"


Leído el título de esta colaboración, parece que Trajano (pequeña población dependiente de Utrera) está muy lejos, y no lo está tanto. Apenas la separa de Utrera unos escasos veinte kilómetros, pero son bastantes más de este número los utreranos que no la conocen, como igualmente conocen poco del resto de pedanías (Guadalema de los Quintero, El Palmar de Troya, Pinzón o el Torbiscal).

A veces, resulta difícil poder integrarse en una ciudad como Utrera cuando la realidad de estas poblaciones es totalmente distinta a la de la propia urbe y además son muchos y muy variados los motivos que poco ayudan. Sin embargo, no es mi idea hacer en este momento una crítica sino más bien provocar una pequeña reflexión. En este momento, lo que se quiere es compartir con todos los amigos que leen “Vía Marciala” el Domingo de Ramos vivido en la pedanía utrerana, y es que Trajano se va haciendo Pueblo.

Hace poco más de un año, llegó a esta población del Bajo Guadalquivir la antigua Imagen de Nuestro Padre Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén, conocida por “La Borriquita”. Transportada en la pequeña furgoneta de un vecino, en compañía del Párroco de la localidad, el corto camino se hizo eterno de tanto cuidado de la que era objeto . Aquella noche, “La Borriquita” durmió en la nave de un agricultor, entre los arados, aperos y maquinaria. La Sagrada Imagen esperaba que llegara la mañana primaveral del Domingo para ser acompañada en una pequeña procesión a su nueva Parroquia, la de San Pablo de Trajano.

Unos días mas tarde, coincidiendo con la celebración del XXV Aniversario de la Fundación de Trajano, concretamente el día 26 de Abril del pasado año 1997, le fue entregada oficialmente la Santa Imagen a la comunidad parroquial de manos de la Hermandad de la Trinidad de Utrera, con la que Trajano siempre estará en deuda por su inmensa ofrenda. La única premisa puesta por la Hermandad fue la de “proseguir dándole el debido culto a la Santa Imagen”.
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Los vecinos de Trajano han sabido entender y cumplir lo prometido, pero yendo más allá. La muestra, el Domingo de Ramos del presente año 1998. Ese día, el 5 de Abril, se recordará como uno de los días más grandes vividos en la corta historia de este enclave que, curiosa paradoja, tiene nombre de emperador romano (eso sí, nacido en la Tierra). De esta manera, hizo su entrada triunfal Nuestro Padre Jesús en Trajano, donde todo el pueblo se echó a la calle, para ser exactos a las calles San Pedro y San Pablo, acompañando por vez primera al Nuevo Paso de la Borriquita. “En una mañana espléndida, aunque no faltó alguna que otra nube curiosa, el pueblo esperaba con los brazos abiertos”. La blancura del pueblo, la música, el paso firme de los 35 costaleros, el casi centenar de nazarenos de blanco y azul, las palmas y el calor de todos los presentes, llenaban de emoción y alegría un día tan significativo.

El camino se ha iniciado. Seriedad, sencillez, trabajo y puntualidad son algunas de las bases de la inminente Hermandad de Trajano y que se espera integrar en el propio Consejo Local de Utrera. Todo se andará. No obstante, es de bien nacidos ser agradecidos, y este año se quiere destacar la gratitud generalizada a todos los que han hecho posible lo aquí relatado, y particularmente a la Hermandad de la Trinidad de Utrera.

Desde Trajano igualmente, Francisca Carmona Geniz ofrece su poética percepción de este día grande:



¡Entre flores y fe,
qué dulce la mirada
de Jesús de Nazaret...!
Jesús, los hermanos costaleros
bordaron tus pasos entre nazarenos
y Tú mismo pudiste ver
la alegría de los trajaneros.
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Cuántas lágrimas se escaparon
entre aplausos y rezos
queriendo ser palomas para aliviar tu sufrimiento.
Cuando sus pasos llegaron
a la Torre de la Iglesia
la saeta te abordó.
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Mientras jugaba la brisa con los pinos
el tiempo no existió,
y entre música y trinos
nos trajo tu presencia momentos Divinos.
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Bien sabes que nuestro contento
no mitiga el dolor
de saberte mañana
coronado de espinas en crucifixión,
pero..., permítenos que el tenerte
entre nosotros nos llene de júbilo.
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¡Bendito Hijo de Dios!










sábado, 13 de marzo de 2010

EMIGDIO JIMÉNEZ FLORES

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Emigdio fue una persona muy especial, singular, pasional, impulsiva, vehemente, inquieto defensor a ultranza de todo aquello con lo que se comprometía y con quien le pedía ayuda, con todos los medios justificados por el fin, y con todas las consecuencias.
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Son cuatro líneas, pero son cuatro líneas que siento profundamente. Descansa en paz, Emigdio, Emilio como todos te decían en Trajano y yo creo que casi en todas partes.
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Utrera Digital y muchos medios de información se han hecho eco de su marcha. Aquí pongo un enlace, donde aparece una foto suya con dos personas a las que seguro ayudó, y un enlace a una entrevista que le hizo Cristóbal García Caro.

http://www.utreradigital.com/utreradigital/index.php?option=com_content&task=view&id=17833&Itemid=53

Finalmente, adjunto el texto del correo electrónico que envía a sus amigos Juan Ignacio Sierra, diácono de Utrera. Considero que es una bonita semblanza a la persona de Emigdio, muy sencilla y muy sentida, como la oración que nos pide en su memoria.

Amigos:

Hoy os voy a pedir algo muy sencillo, muy difícil: Una oración, sencilla pero sentida.
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Ayer falleció EMIGDIO, D. Emigdio, el cura de la pedanía de Trajano. Como está fuera de Utrera nos parece lejano, pero es ese hombre servidor de la mañana a la noche, preocupado por los inmigrantes, dentro de nuestro núcleo llamado Utrera que muchos de nosotros conocemos porque nos ha visitado mucho para atender las invitaciones de las hermandades, porque lo vimos en TVE y TVA en aquella entrevista de hace unos meses en las que relataba su vida, en su casa y fuera de ella atendiendo tres poblados, haciendo muchos kilómetros entre carriles y veredas con frío y calor, y a un grupo de inmigrantes que se alojaban en su casa de Trajano.
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Se le llenaba la boca agradecida al hablar de los vecinos de Trajano, como en las ofrendas de la misa del domingo le llevaban alimento, incluso cocinado a veces, para poder alimentarse y alimentar a los acogidos en su casa. Sus comidas simples que él mismo cocinaba para todos, plato único y un "pero" (una manzana), pan y agua. Pero hecho con amor, con entrega, con servicio cariñoso a los demás. Me dice una residente en Trajano que ayer llevó a uno de los inmigrantes, a los que además acompañaba en sus obligaciones administrativas, a Los Palacios para tomar un autobús y no le dio tiempo a regresar. Dentro del coche y aún en Los Palacios le llegó la llamada del Padre, y lo llamó como decimos con las manos en la masa.
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Hoy no se lleva eso de hablar mucho de "los curas" y si se hace es de la parte más negativa. Es posible que sea el momento de comenzar a hablar de la positiva, de que hay más que, sin conocimiento por nuestra parte, dedican su vida a servir a los demás. Aunque no era utrerano, procedía de Toledo, bien merece ser reconocido como Utrerano después de tantos años trabajando en el término de Utrera.
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Descanse en paz.
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J.I. Sierra

Malpica del Tajo (Toledo) en invierno.
Malpica del Tajo (Toledo) en verano.


martes, 29 de diciembre de 2009

LA NOCHE QUE FÁTIMA NO QUISO NACER

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Tras mi última entrada, inocente a más no poder por el día elegido, termino este año 2009 con la cuarta publicación del mes de diciembre, record mensual de entradas hasta la fecha en el primer año de este personal espacio en internet. Por su carácter especial, he elegido una combinación de fotografías tomadas en Trajano por Gerardo Corona Cano en 2004, a las que he añadido el texto y contexto adecuado, y sobre todo con un cariñoso recuerdo.
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Tal día como hoy, o más bien tal madrugada como la de hoy, la del 30 de diciembre del año 2004, la niña de nombre Fátima, Corona y López de apellidos, no quiso nacer; esa noche no era la noche elegida. Ella, tan considerada, quiso que su padre Gerardo, y sobre todo su madre, Encarni, primero se tomaran las uvas para despedir el año, y después, a las pocas horas de esa misma madrugada del primero de enero de 2005, quiso hacerse notar, como el concierto de año nuevo, el regalo de ser la primera niña Corona entre tanto varón.

Como Fátima, una niña preciosa de ojos claros y cabellos de oro de casi seis años, los niños tienen innata la capacidad de asombro, y me maravilla su inocente sonrisa, la expresión de sorpresa divertida ante el regalo más simple, el juego más sencillo, o el descubrimiento en primera persona del funcionamiento de cualquier juguete.

Gerardo, el papá de nuestra protagonista, por aquellos días estaba un poquito nervioso. También recuerdo a Gerardín, el hermanito mayor de Fátima, correteando por el Bar Corona de Trajano, mientras mi amigo me mostraba el regalo que se había hecho a sí mismo, una fenomenal cámara digital OLYMPUS, con su trípode y todo, para no perderse ningún detalle de la llegada su mujercita, y por supuesto, para no perderse detalle alguno de su mamá, Encarni.

Mi amigo, esa noche, después de cerrar el bar, y con un frío no muy por encima de cero grados, con cámara en trípode y terraza al raso, se aposta mirando al cielo estrellado donde brilla una enorme luna llena. Alguien le había dicho (una mujer seguro) que con el cambio de luna llegaría la niña. Y allí estaba él, pasando frío, inmortalizando la luna llena como recuerdo previo del nacimiento de su hijita. Por poco no inmortaliza un buen resfriado, además de.

A la mañana siguiente, después de un cafelito en el bar, Gerardo me hace pasar a su casa, y ante la pantalla de su ordenador me enseña las fotos tomadas por la noche cuando estrenaba la cámara. Yo miro la primera foto, donde se ve la antena parabólica del bar, y luego otra, donde se ve la luna, la parabólica, algún castillete de una casa e incluso la antena de la televisión de la casa de mi hermano Juan, y también veo algún punto de luz que parecen estrellas, sí son estrellas, y… ¿qué es eso? Sí, ahí justo debajo de la luna, eso azul… ¿lo ves Diego, lo ves tú también? Pues claro que lo veo… La última foto, la de la luna llena luminosa sin nada alrededor, ya no me llamó tanto la atención.




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Lo que es, lo que sea, o lo que fue, lo dejo a la consideración de Usted, insigne visitante de este particular Blog. Una cosa está clara, y no hay duda alguna, y es que las fotografías son originales, con denominación de origen, tomadas las tres con un intervalo de dos minutos entre ellas y sin ningún tratamiento ni manipulación informática. Yo las guardé inmediatamente, y la de en medio, es una de las más originales que poseo, regalo de mi amigo Gerardo, o más bien de Fátima, con su punto luminoso casi transparente azul celeste, como sus ojos.

Algún día hablaré algo que llevo pensando hace tiempo sobre la capacidad de asombro en las personas, independientemente de su edad. Hoy, esa capacidad de asombro la provoca esta foto, la de en medio, con ese punto azulado debajo de la luna llena, y la pongo en relación con el recuerdo de hace seis años, pero sobre todo con un último recuerdo muy cercando, demasiado cercano, y dedicado a Juani, el abuelo Juan de Fátima. Su mujer, mi amiga Presenta, hoy tiene además de la estrellita Fátima a otro lucerito, que se llama Alba y llena de ricitos morenos, y que juntas o por separado, despiertan su capacidad de asombro y la hacen sonreir.
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domingo, 1 de noviembre de 2009

UNO DE NOVIEMBRE: DON JUAN TENORIO, Y NOTORIO

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Este mi espacio, que empezó siendo más privado y personal de lo que hoy ya es, seguramente será más público de lo previsto, civitasmente hablando, pues será una ventana abierta a mis compañeros del Máster de Gestión Social de Hábitad. No obstante ello, no renuncio a mis regresiones y recreaciones personalísimas en un tiempo y un espacio, mi pasado y mi presente, hacia dónde, ni siquiera yo lo sé.
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Hoy, primero de Noviembre, es el día después de la noche en que se representa en Utrera Don Juan Tenorio, una cita clásica que llega a su décimo aniversario con la Compañía Guate Teatro. Cada año se pone en escena esta obra de Zorrilla, de amor y de muerte, tradicional ya recuperada y consolidada, respetando los textos en su totalidad, poética, con una puesta en escena moderna y más simbólica que la tradicional, lógica evolución de una década de experiencia.
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Y todo lo dicho anteriormente, para recordar y rendir mi pequeño homenaje a una buena amiga, Paqui Carmona, mujer sensible, culta y artista. Con ella he tenido oportunidad, yo diría la fortuna, de colaborar y enriquecernos de forma mutua; ella, todo creatividad y sensibilidad; yo, un poco de forma y algún apunte o sugerencia, poco más.
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Así fue como realizamos ambos nuestra particularísima versión del Don Juan Tenorio, titulada Don Juan Notorio, pensada para ser representada en la Semana Cultural del Colegio Público Nuestra Señora de las Marismas, de Trajano, donde trabajaba allá por 1998 como monitor de biblioteca escolar, o más bien como animador sociocultural.
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Tengo especial cariño a aquel Don Juan, a aquellos años de crecimiento desde 1991 a 1998, a aquellos niños, Don Juan y Doña Inés, ya hombre y mujer, Paco y Rosario, cada uno siguiendo su camino, como el profesorado con el que trabajé, los momentos vividos, como con las representaciones teatrales. Niños alegres y vivaces que me contagiaban su energía para que nunca perdiera mi capacidad de asombro.
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Espero os guste esta particular, inocente e infantil, casi adolescente versión del DON JUAN TENORIO, el trajanero DON JUAN NOTORIO, de Francisca Carmona Genís y un servidor de Ustedes:
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La acción en Sevilla por los años 1545. Don Juan, viniendo de un tiempo futuro, desnudo el tórax y con calzona de lunares, aparece en su quinta de la ciudad hispalense, sobre el Guadalquivir, donde se halla su ángel de amor, doña Inés.

DON JUAN: ¡Doña Inés! (Confuso y algo trastornado).

DOÑA INÉS: ¡Oh, Don Juan! (Sorprendida y muy trastornada).
(Doña Inés no quiere mirar a Don Juan, asombrada, casi asustada por la pinta de su amado. Él suplica, y requiere la atención de la bella Inés con el deseo de justificar, de explicar su pintoresca aparición.)

DON JUAN: ¡Cálmate, vida mía!. Viajé a través del tiempo y regreso hoy a esta apartada orilla. Fue como un castigo, y repasé la Historia de la humanidad: con el hombre primitivo estuve en las cavernas, pero lo peor fue convivir con los que en los aseos tienen unas sillas con “cisternas”. Así como me ves, amada mía, de esta guisa, anda la gente por la calle, y en bañador andaba tomando el sol en la playa en mismísimo Rey de España.

DOÑA INÉS: No os creo, ¡oh, Don Juan! Parad y no digáis más barbaridades hombre de Dios.

DON JUAN: No, hermosa mía, porque no queda aquí la cosa. ¡No os asustéis, no! porque allí estabais vos.

DOÑA INÉS: ¿Yo?, anda don Juan, no desvaríe. ¿Cómo voy a estar yo en el futuro?

DON JUAN: Sí, sí, vos misma o tal vez fuese vuestra tataranieta, y además con tantas transparencias que hasta el alma dejabais ver, con un tatuaje en el pompis, con la cabeza rapada, y un pendiente en el ombligo. Así es, y “sin generalizar”, los jóvenes no llevan claveles en las solapas, ni pañuelos, ni siquiera eso que llaman corbatas, sino que empuñan en una mano, un cigarro; y en la otra, un cubata.

DOÑA INÉS: ¡No sigáis don Juan!, algo os debió sentar mal.

DON JUAN: Paloma mía, esta es la realidad.

DOÑA INÉS: Si nada os sentó mal más bien parecéis loco con creces, que del manicomio os fuisteis a escapar.

DON JUAN: Sin duda alguna creí enloquecer, cuando os vi, estrella mía quitándote con destreza al son de la música lo poquito que tenías. “Estripquis”, o algo así lo llaman. Te dije ¡Gacela mía, no sigáis por favor!, y tú me dijiste: ¡tío, llámame tía, y deja volar el pajarito uno de estos días!

DOÑA INÉS: ¡Ah, Callad por compasión, don Juan, me sonrojáis, no sigáis ¿Acaso estáis de broma? ¡Qué vergüenza! ¿Qué os he hecho para merecer tal humillación, que soy casta y pura e interna en convento de clausura?

DON JUAN: ¡Alma mía! no son estas cosas motivos de bromas ni de humillación, bellísima doña Inés, cuento lo que vi con estos ojitos. Allí me hicieron masticar gomas, y yo que fui perseguidor del sexo débil, fui mil veces perseguido por chiquillas. Parecía que querían hacerme cosquillas y en una casa me escondí, debajo de una mesa camilla.

DOÑA INÉS: Ja, ja, don Juan, ¿vos agazapado y escondido?, tururú (burlándose de don Juan).

DON JUAN: ¿Os reís? pues así, de rodillas y en cuclillas aquí mismo me ocurrió, en la ciudad de Sevilla.

DOÑA INÉS: ¡Don Juan de mi corazón! Tranquilizaos de una vez que fue sin duda un mal sueño que tuvisteis ayer, hombre, cuánta imaginación hay que tener (incrédula dirigiéndose al público).

DON JUAN: Bellísima doña Inés, perdonad que os lleve la contraria, pero ayer mismo quise volver, y al no encontrar caballo, me monté en una carroza, brillante y horrorosa, que volaba a mil cien, o dos mil cien, del pánico que sentía no lo vi bien.

DOÑA INÉS: ¡Corcho don Juan, que exagerado!

DON JUAN: Corcho no, “coche”, era coche doña Inés, y se le encendía las luces como a Lucifer. Si te subes en él con dos o tres “notorios”, es pasaporte seguro para irte con aquél, es decir, con Lucifer. Subido en aquella máquina infernal pensé que no regresaría jamás, también yo bebí del alcohol y me puse ciego, qué horror, qué descomposición. Bebimos como beben los borregos en los abrevaderos, bebíamos porque está de moda beber, litronas, cubatas, botellonas, y bebimos cuando aún teníamos edad de crecer.

DOÑA INÉS: ¡No sigáis don Juan! Me estristece tanta mala noticia del futuro, ¡Parece mentira, hombre, si bebes no conduzcas!

DON JUAN: Ya termino, querida mía, pero esta historia no puede dejar de tener un final con moraleja. Los cementerios estaban llenos de jóvenes, y no de viejos. Creedme doña Inés, ¡Cuánto abuelo sin nieto tuve que ver!

DOÑA INÉS: ¡Ay de mí! Don Juan parad de una vez, que tenéis que descansar (Triste y desconsolada).

DON JUAN: Me vine y no les puede ayudar, a ellos que lo tienen todo, luz, agua corriente, teléfonos, fax y aparatos de toda clase enchufados a la electricidad.(Suena un teléfono móvil, de Don Juan) Sí, dígame. Sí, soy yo, ¿la capa?, que me he olvidado mi capa. Mi dirección, ¿para qué? Por correo a la velocidad de la luz dice. ¡No eso sí que no! Pues llegarían hasta mi morada tantos adelantos que romperían el encanto de este remanso de paz. Déjeme por favor a la luz de la vela, que cuente a mis nietos lo que les espera. Y nosotros, dona Inés, casémonos y tengamos un final feliz (Don Juan se frota las manos).

DOÑA INÉS: Razón tenéis don Juan de mi corazón, caigo en vuestros brazos, más no por ser del sexo débil, sino porque de vos estoy enamorada ¡ea!, y porque quiero compartir un futuro que bien conocéis, y porque aún os creo capaz de mucha virtud. Por cierto, se os acabaron las “escapadas”, tanto en el tiempo como en el espacio. Os quiero para mí sola y en exclusiva. ¡Que la humanidad busque otro mito erótico! ¡He dicho!

Francisca Carmona Genís / Diego Gómez Ojeda
20/03/1998