Que uno escriba sobre lo que siente (véase anterior entrada), y que obtenga gratuitamente como respuesta una carta de parte de una leyenda en el baloncesto de Utrera como es don Francisco Guerrero Rodríguez, Paco Guerrero (fundador del club de referencia junto al sacerdote salesiano don Carlos Correas) supone para mi un auténtico regalo, un privilegio de un valor incalculable, motivo por el que no puedo más que compartirlo, para que él también reciba mi agradecimiento de esta forma, sobre todo por su amistad, la de él y la de toda su familia.
CARTA DE PACO GUERRERO EN EL 50º ANIVERSARIO
DEL CLUB BALONCESTO UTRERA
Ahora, cincuenta años
después, resulta muy difícil o casi imposible imaginar los comienzos, o
nuestros comienzos. Esos que marcaron un camino y que han hecho ser lo que es
en estos momentos este Club, lo que sois en muchos niveles del deporte y sobre
todo “Lo que significáis para mí”.
Los orígenes
cuyos cimientos se armaron a mediados del siglo pasado, “pensar que ya llevamos dieciocho años de este”, en unos patios de albero y campos de cemento en donde sembramos muchos
balones, con el cielo como techo y un pequeño cuarto oscuro con unas velas para
alumbrarnos como vestuario, pero con mucha ilusión, enorme entusiasmo, un
esfuerzo sin límite, una entrega, pasión y espíritu de superación que fue
formando a esta familia que se sigue llamando CLUB BALONCESTO UTRERA.
Una historia de
esfuerzos, de entrega, de amigos y de familia,
en los que habéis pasado, y yo también, pues nunca estuve lejos de la
vida del Club, inviernos fríos, primaveras felices y soledades y olvidos…, pero
con un espíritu de superación y una pasión metida en las venas y en esos
corazones siempre jóvenes.
¡Ya habéis
cumplido cincuenta años! ¡Quién lo
diría!
Por mi parte, quiero
dejar dos cosas muy claras:
Primera: Pedir
perdón, disculpas, a todas aquellas
personas o entidades que en algún momento creyeron o pensaron que como
persona o como Club le hayamos podido
molestar de alguna forma o simplemente
por no haber podido cumplir las expectativas creadas. Nunca fue esa ni mi intención
y mucho menos la del Club.
Segunda: Agradecer,
dar muchas gracias a infinidad de personas, amigos que no pueden estar, a los
que recuerdo, que serían infinidad de nombres, a todos esos que han presidido
el club, han entrenado, han viajado, han colaborado, al de los bocadillos, al
del agua, a las autoridades, a comerciantes, centros escolares, a los
trabajadores del polideportivo, a todos, todos, que no se quede nadie, al que
conocemos o aquel anónimo que no conocemos.
EL CLUB siempre ha
llevado el nombre de Utrera por todos sitios y en ese nombre estáis todos. Está Utrera. Gracias, muchas
gracias.
Hubo una vez un cura,
hace ya muchos años, un cura de los de don Bosco, que le dio la locura de
sembrar balones de baloncesto, unos cuantos, no muchos, por los campos de
albero y cemento de un colegio, y …
aquellos balones se rompieron pero nacieron
más balones y muchos chiquillos
los botaban y chillaban cuando
conseguían colarlo por un aro de
unas canastas de tableros casi de cartón, y vinieron más chiquillos y más los
balones y las canastas y los chiquillos fueron aumentando; éstos se fueron haciendo hombres, entrenadores, árbitros,
jugadores, partidos, viajes y frío y soledad y olvido, pero ya en la sangre, en el espíritu en la forma de ser, llevaban
una conciencia, una condición, un ánimo, un "tóxico",
un "veneno"
que lo fueron transmitiendo a otros chavales,
en los recreos, en campamentos, en
barrios y en aquellos lugares donde podían botar un balón.
Balones y chiquillos aumentaron y crecieron, y se hizo un árbol, muy grande con muchas ramas: niños, niñas, minis, benjamines, infantiles, junior, juveniles, sénior, padres, y abuelos y abuelas…, UNA GRAN FAMILIA “EL CLUB BALONCESTO UTRERA”.
Balones y chiquillos aumentaron y crecieron, y se hizo un árbol, muy grande con muchas ramas: niños, niñas, minis, benjamines, infantiles, junior, juveniles, sénior, padres, y abuelos y abuelas…, UNA GRAN FAMILIA “EL CLUB BALONCESTO UTRERA”.