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miércoles, 5 de octubre de 2016
miércoles, 8 de octubre de 2014
ÁRBOL CAÍDO
La recreación fotográfica se ajusta fielmente a la realidad, o casi. Sólo la primera fotografía no corresponde con el malogrado árbol, ya que se trata de la imagen del ejemplar más parecido que pude encontrar, a no muchos kilómetros de donde se encontraba plantado nuestro singular protagonista.
Las fotos son de un eucalipto (Eucalyptus), cuyo significado etimológico viene a ser algo así como «bien cubierto». Oriundo
de Australia, concretamente se trata de
un eucalipto rojo o eucaliptus
camaldulensis, que junto con el
pino, fue muy utilizado en los años 60 y 70
para reforestar, por su crecimiento rápido, pues junto a los chopos, son
de las especies más productivas en cantidad de madera. Una nota característica, aunque lo es de casi todas las plantas y árboles, es que se expanden cerca de los cursos de agua. Es considerado como un árbol familiar, que produce muy buena sombra, necesaria en lugares de temperaturas extremas, y que estabiliza bancos de ríos y retiene el suelo. En su contra, pesa el hecho de que están ávidos de agua (alguna vez se han utilizado para desecar pantanos) y también sobre ellos pesa la leyenda de ser "hacedores de viudas", por la frecuencia con que se le rompen y se le desprenden sus ramas, sin previo aviso.
La introducción "wikipédica" podría explicar de por sí la triste historia de este árbol foráneo nacido y criado en Andalucía, del motivo de su plantación, y de su propio final, porque alguien se encargó de acabar con él (doy fe de que no fue una viuda vengativa), aunque bien es cierto que resistió estoicamente más de viente años en pie cuando estaba más que sentenciado y finiquitado, hasta que el pasado invierno una tormenta con fuerte viento lo hizo caer a plomo derribándolo de forma definitiva, como apiadándose de él. Así es y así lo estoy contando, porque a pesar de que su soledad olvidada y la estampa de su tristeza ha inspirado hasta este artículo en Vía Marciala y unas pocas fotografías, se hace con el objetivo único de que se conozca su historia y para que no se olvide que existe mucho maltrato, no sólo de los humanos hacia sus semejantes, sino también hacia los animales que nos acompañan, y también sobre muchas especies vegetales que nos rodean.
A mediados de la década de los ochenta, este ejemplar y otros cercanos a ambos lados de una carretera comarcal de nuestro término municipal y colindante con varias fincas rústicas de cultivos, de algodón principalmente, comenzaron a secarse de forma sorpresiva: primero amarilleaban sus hojas y en poco tiempo quedaban totalmente desnudos. Con la misma rapidez con la que actúa el picudo rojo en las palmeras hoy en día, y justificada su desconocida y mortal enfermedad, eran talados y arrancados de la tierra de raíz de forma inmisericorde. "Ya no beberán más agua de riego y los cultivos podrán crecer sin la molestia de este árbol extranjero", pensaría el inductor, autor intelectual que a buen seguro pagaría una mísera cantidad al ejecutor y autor material para conseguir el fin deseado.
El modus operandi no era otro que agujerear la base del árbol con un taladro de grandes dimensiones (como una sacacorcho gigante) para posteriormente rellenar con gasoil, las veces que hiciera falta hasta que se secara. Así se encargaría de reconocer el propio sicario de árboles en la barra de un bar con la lengua suelta, pero con pelos y señales del encargo. No me extraña que este sujeto acabara en la cárcel años más tarde, por otros delitos, porque aunque en aquel tiempo no se consideraba estos actos como tales y no existía la protección de la flora, fauna y animales domésticos de nuestro actual Código Penal, yo que aún era un adolescente, consideraba tal acto como innecesario y reprobable, en sus distintos grados de participación.
Es otoño, todo parece languidecer y entristecerse tras el largo verano, pero no quiero acabar de forma negativa ni melancólica, lo que ya es una contradicción en sí misma por el inevitable final. Aún así, nos quedaremos, pues, con una de esas reflexiones anónimas propia de las actuales redes sociales de alguien con mucha más sensibilidad que los humanos de esta historia, alguien que imagina los consejos que podría recibir de un árbol, porque todo el mundo sabe que a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija: "Párate derecho y orgulloso, recuerda tus raíces, toma mucha agua, sé feliz con tu propia belleza natural, y disfruta de la vida y del aire libre".
viernes, 1 de noviembre de 2013
LA CANCIÓN DE DESAMOR MÁS ALEGRE
Y como lo prometido es deuda, aquí ésta queda saldada.
La canción se llama Siempre que quiera, más conocida como ¡Ojalá no hubiera conocido nunca! Muchachito Bombo Infierno es su autor, un catalán con acento andaluz y voz quebrada con mucho arte. También habla de desamor, también se consuela él solo, pero el ritmo es tal que apenas se oye la letra de la canción para simplemente dejarse llevar por su pegadizo estribillo, pura invitación a levantar brazos y echarse a bailar dando saltos.
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Jairo Perera, Muchachito. |
La segunda versión de la misma canción y que se añade al final tras la letra es un magnífico directo, momento irrepetible en el programa de Andreu Buenafuente (por cierto vuelve a la televisión en este mes), donde se ve a Jairo, el Muchachito, sentado tocando guitarra mas bombo y todo un espectáculo a su alrededor, con cuadro pictórico incluido.
SIEMPRE QUE QUIERA
(OJALA NO NO TE HUBIERA CONOCIDO NUNCA)
Un día soñando en un sueño soñé, que estaba soñando
contigo,
soñar con hacerte el amor y soñé que no estaba dormío,
sueño que sueño, piel con piel, calor con calor... cuerpo con cuerpo
y aquel color de tu pelo y tu piel a la vez, aún despierto y recuerdo.
Ojalá no te hubiera conocío nunca...
Para no amarte siempre, para no verte sin verte,
para borrar tu recuerdo
del que siempre me acuerdo y nunca me deja en paz.
oh ouo ouo oh ouo
soñar con hacerte el amor y soñé que no estaba dormío,
sueño que sueño, piel con piel, calor con calor... cuerpo con cuerpo
y aquel color de tu pelo y tu piel a la vez, aún despierto y recuerdo.
Ojalá no te hubiera conocío nunca...
Para no amarte siempre, para no verte sin verte,
para borrar tu recuerdo
del que siempre me acuerdo y nunca me deja en paz.
oh ouo ouo oh ouo
Aquel día en aquel sueño soñando soñé, que estaba soñando contigo,
bajo un cielo de estrellas mil, hay que ver, precioso, precioso.
Y en aquel mar que no nos pudimos bañar, por ser tan caprichoso.
ojalá no te hubiera conocío nunca....
Pa no amarte.
oh ouo ouo oh ouo..
Si algún día yo vuelvo a soñar intentaré, seguir con lo mismo
y diez minutos antes de dormir yo estaré...
siempre que quiera contigo,
siempre que tú quieras.
Y ojalá no te hubiera conocio nunca....
Para no amarte siempre, para no verte sin verte,
para borrar tu recuerdo
del que siempre me acuerdo y nunca me deja en paz
oh ouo ouo oh ouo..
...ya no quiero mal de amores.
miércoles, 23 de octubre de 2013
LA CANCIÓN DE DESAMOR MÁS TRISTE
Al menos para mí, o al menos una de las más tristes, con diferencia.
El Romance de Curro El Palmo, original de Joan Manuel Serrat, mezcla la tradición oral de contar historias con música, basada seguramente en hechos reales, y con un estribillo increíble, único, sublime. Alguna vez estas estrofas las oí en voz de mujer, sólo el estribillo, y creía hablaba de otra cosa (...y un manojillo de escarcha), más poética e idealizada quizás, pero en su versión original adquiere todo su significado y desgarradora realidad, de absoluta soledad, de amor no correspondido, de amor solitario.
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Joan Manuel Serrat |
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Antonio Vega |
Como ya viene siendo costumbre, junto a la música, se añade la letra de la canción, la historia narrada, y para finalizar, una versión aún más triste si cabe, que no es otra que la versión de la misma canción del desaparecido Antonio Vega. En fin, es otoño, el mal tiempo ha llegado y es tiempo para estas cosas, pero a diferencia de otros años, prometo que pronto, muy pronto, vendrá la contrapartida, es decir, la versión más alegre que conozco de una canción de desamor. Pero esa, esa es otra historia...
ROMANCE DE CURRO EL PALMO
La vida y la
muerte
bordada en la boca
tenía Merceditas
la del guardarropa.
La del guardarropa
del tablao de "El Lacio",
un gitano falso,
ex-bufón de palacio.
Alcahuete noble,
que al oír los tiros,
recogió sus capas
y se pegó el piro.
Se acabó el jaleo,
y el racionamiento
le llenó el bolsillo,
y montó este invento,
en donde "El Palmo"
lloró cantando...
Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor
que me desvela la verdad...
Entre tú y yo, la soledad
y un manojillo de escarcha.
Mil veces le pide
- y mil veces que "nones" -
de compartir sueños
cama y macarrones.
Le dice, burlona:
"Carita gitana,
¿Cómo hacer buen vino
de una cepa enana?"
Y Curro se muerde
los labios y calla,
pues no hizo la mili
por no dar la talla.
Y quien calla, otorga,
como dice el dicho...
Y Curro se muere
por ese mal bicho.
¡Ay! Quien fuese abrigo,
pa andar contigo.
pa andar contigo.
Ay, mi
amor,
sin tí no entiendo el despertar...
Buscando el olvido
se dio a la bebida,
al mus, las quinielas...
Y en horas perdidas
se leyó enterito
a don Marcial Lafuente
por no ir tras su paso
como un penitente.
Y una noche, mientras
palmeaba "farrucas",
se escapó Mercedes
con un "cura-pupas"
de clínica propia
y Rolls de contrabando.
Y, entre palma y palma,
Curro fue palmando
entre cantares
por soleares.
Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar...
Quizás fue la pena
o la falta de hierro.
El caso es que un día
nos tocó ir de entierro.
Pésames y flores,
y dos lagrimitas
que soltó la Patro
al cerrar la cajita...
A mano derecha,
según se va al cielo,
veréis un tablao
que montó Frascuelo,
donde cada noche,
pa las buenas almas,
el Currito "El Palmo"
pa las buenas almas,
el Currito "El Palmo"
sigue dando palmas.
Y canta sus males
por "celestiales".
Ay, amor,
sin ti no entiendo el despertar...
martes, 1 de noviembre de 2011
UN OTOÑO CORTO
A punto de cumplirse un año escribiendo cosas en Vía Marciala, habrán comprobado que se trata de una colaboración de temporada, como la carta de algunos restaurantes, los que aprovechan los productos de la tierra y las materias primas del tiempo. El caso es que en sí misma, esta pequeña comparación o similitud, está suponiendo una nota característica, que deseo y espero evolucione, se complete y mejore en el futuro.
Pero no perdiendo el hilo conductor que nos llevará al otoño, coincidirán conmigo que cuando entramos en un ascensor, o tomamos un taxi, o nos sentamos en el autobús o en el tren junto a alguien (en esos momentos en que el silencio tampoco estaría mal según a qué hora del día), en muchas ocasiones la situación callada gira en conversación, y qué conversación más fácil que la de hablar sobre el tiempo que hace, la calor, el frío, la lluvia, los aires acondicionados y los resfriados, el cambio climático, la ropa que nos sobra a mediodía, los paraguas que se olvidan en todas partes, y sobre todo la opinión propia sobre los gustos y preferencias.
Todos tenemos nuestras inclinaciones hacia una estación del año, y según cada cual hay quien prefiere y soporta mejor el frío, otros todo lo contrario, que anhelan el buen tiempo y el calor. A muchas personas les encanta ver llover, y nevar ni os cuento. Pero en fin, también están las estaciones intermedias, el entretiempo que cada vez es más largo en el tiempo. Sin embargo, hay un refrán que resume todo los dicho hasta ahora, y es que nunca llueve a gusto de todos.
Y todo esto para decir que a mi me encantan la primavera y el verano, y que no me gustan tanto ni el otoño ni el invierno. Ya casi nos hemos olvidado del año pasado, que empezó lloviendo, y que durante más de cuatro meses largos no dejó de hacerlo, un día, otro, una semana, otra, un mes, otro, y otro, y otro. Y en este año 2011, tuvimos la Semana Santa más lluviosa que se recuerda, que ya estábamos hartos de tanta agua. Hasta que por fin llegó mayo y el buen tiempo. Menos mal.
Pero como de todo nos cansamos, en octubre todavía era verano, y ya estábamos diciendo que ni llovía ni hacía frío, que el campo necesitaba de las aguas, y además, que ya estábamos hastiados de tanta calor. Y es verdad que ya estaban llegando los mantecados y polvorones a los supermercados, poniéndose adornos navideños en muchos lugares (más al norte, claro) y que todo el mundo estaba con margas de camisas, pantalón corto y ropas de deporte. Esto ya no hay quien lo entienda.
Pero el otoño llega, y la lluvia, y el frío también. Y mi estado de ánimo se ve afectado, y el de mucha gente. Yo espero que éste sea un otoño corto, como la hora corta que se le desea a la futura madre antes de que llegue el parto, palabra que viene de partir en dos, donde una vida da lugar a otra, y donde antes había una, luego son dos y después tres o más, siete u ocho. Después del dolor llega la felicidad. Digo todo esto, porque a pesar de mis sensaciones otoñales, de melancolía y de tristeza, quizás sean estos sentimientos y estas sensaciones los que dan más valor y sentido a la esperanza y la alegría de la primavera y el buen tiempo.
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