sábado, 2 de octubre de 2021
OFRECIMIENTO MOSTACHÓN DE ORO 2020
viernes, 1 de octubre de 2021
NOTICIA: FOTOGRAFÍAS VS TEXTO
jueves, 23 de septiembre de 2021
VIVIR ES URGENTE
domingo, 5 de septiembre de 2021
LA FERIA QUE VENDRÁ Y MÁS COSAS
Cartel Feria 2019, la última celebrada. |
Como cada año en el número especial de Feria de Consolación, quiero compartir en nuestra querida revista Vía Marciala lo mejor que he podido escribir durante el caluroso verano, con varias olas de calor además de otras, y ninguna buena. Pero este verano he de reconocer que está siendo no solo distinto, sino también muy extraño, yo diría que un tanto confuso, porque este año, por segundo consecutivo, no tendremos nuestras fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de Consolación de Utrera, tal y como las veníamos celebrando, por razones obvias y más que justificadas, y que no son pocas.
Estarán de acuerdo conmigo que la última Feria de Consolación, la de 2019, nos parece muy lejana en el tiempo, es más, parece que han pasado muchos más años. Pero a mí no se me olvida que fue ese 2019, el mismo que lleva de apellido el maldito virus que se lo puso por corona, el Covid-19; ¿quién nos lo iba a decir? que esa Feria sería la última de las ferias “normales”, porque la de 2020 no existió, y la de este 2021 va por el mismo camino, y las siguientes, pues ya veremos cómo serán las de 2022 y años sucesivos.
Digo que está siendo muy extraño y confuso todo porque nosotros, los humanos, somos animales de costumbres, y a lo largo del año en curso nos regimos y orientamos por diversos momentos o hitos. En lo festivo, por ejemplo en navidades, los carnavales, la Semana Santa o la Feria, y con ella el inicio del Curso, las temporadas deportivas, y con su finalización, tanto del uno como de las otras, el inicio del verano y las vacaciones, y así sucesivamente. Yo no sé ustedes, pero a este que les cuenta le cuesta mucho. El símil o comparación sería el de esa hilera de hormigas que van siguiendo su camino pero que un elemento extraño lo interrumpe, como la rueda de un vehículo, una pisada (normalmente el hombre anda cerca) y además de llevarse por delante a un buen número de las mismas hace que las demás hormigas salgan despavoridas a la par que desorientadas. No diré como Joaquín Sabina “así estoy yo”, pero casi.
Los que ya tenemos una edad y cierta perspectiva deportiva, también nos acordamos o recordamos, que no es lo mismo, diversos momentos de nuestras vidas que han pasado en el período intermedio que hay cada cuatro años, como los mundiales de fútbol, las eurocopas, y lógicamente también los Juegos Olímpicos. Y así ha sido hasta hace muy poco, hasta que perdimos el 2020. Ya casi que no sabemos ni dónde se ha celebrado siquiera la Eurocopa que se debió haber jugado el año pasado, la que ha ganado Italia. Tampoco estoy seguro dónde y cuándo se jugará el próximo mundial de fútbol. Y además, con esta situación que nos está tocando vivir, el ciclo olímpico hasta París 2024 será de tres años, después de los celebrados en Tokio 2020 en este singular verano, como digo de 2021. Un lío, convendrán conmigo. Reitero el símil hormiguero.
Que digo yo, como decía a su vez mi admirado Santiago Posteguillo en una de las conferencia de la Palabra a Escena de nuestra Caja Rural de Utrera y uno de los últimos ganadores del Premio Planeta, que estos “serán los tiempos interesantes” que nos están tocando vivir, esos a los que él se refería que viven las personas que tienen la desdicha de sufrir grandes conflictos bélicos, como nuestra Guerra Civil, o las Guerras Mundiales. Que nuestros “tiempos interesantes” vengan dados por la pandemia mundial que se está llevando tantas vidas y que tanto nos está haciendo cambiar, y no solo el paso, es ya una realidad que ha superado sobradamente la ficción. Seguro que Santiago estará de acuerdo conmigo también.
Y así estamos, pensando que nos encontramos ante un efecto de la llamada globalización, donde la salud, que siempre debió ser lo primero, está rigiendo nuestro devenir, el del mundo entero y el de nuestros pequeños mundos. De sus efectos, o puede que algunas de sus causas, está la encrucijada climática, con un cambio de temperaturas incuestionable que urge de medidas contundentes y compromisos medioambientales inaplazables. Con un futuro incierto respecto de cómo vivimos y compartimos, desde lo individual a lo colectivo, con la esperanza de ir recuperando lo perdido, con seguridad y paciencia, con cambios en nuestros gustos, nuestras casas, nuestros trabajos, en nuestro tiempo de ocio, valorando más lo rural y auténtico. Necesitados también, y muy importante, de juicio crítico y pensamiento propio, de un nuevo periodismo, con fuentes sólidas y fiables, y no tantas redes sociales virtuales, que también, pero no solamente. Este párrafo último no es mío propiamente, aunque sí es un resumen propio del documental audiovisual de seis capítulos ¿Y DESPUÉS QUÉ?, del grupo VOCENTO y con el patrocinio de CORREOS, que se recomienda ver.
¿Y AHORA QUÉ? SERIE DOCUMENTAL
En fin, y todo esto, para acabar como cada año deseando un buen inicio de Curso, una buena temporada, y confiando en que ya vendrán tiempos mejores, donde prescindamos de las mascarillas, donde nos volvamos a mirar de forma completa, sin distanciamiento social, y anhelando que cuanto antes, cuando se pueda, que nos podamos abrazar en el Real de la Feria de Consolación de Utrera, y pidiéndole a Ella que nos proteja, a nosotros y a nuestros seres queridos.
sábado, 3 de abril de 2021
DONDE DIJE DIGO, DIGO DIEGO
El título de esta entrada es el refrán con mi nombre, muy utilizado cuando alguien cambia su actuación respecto de lo que ha dicho previamente o se desdice. La persona a la que le afecta el mencionado cambio para reprocharlo de una forma irónica dice “donde dije digo, digo Diego”.
Cuando alguien lo utilizaba en mi presencia, siempre puntualizaba que no lo compartía. Es más, muchas veces terminaba un comentario escrito con "he dicho, Diego". Pero hete ahí que estos días se ha publicado nada más y nada menos que el Boletín Oficial del Estado (B.O.E.) una corrección de errores que viene a dar carta de naturaleza oficial al referido refrán:
domingo, 28 de febrero de 2021
ARTE, CULTURA Y COMPROMISO SOCIAL
Post de encargo, el que me hace la Revista Vía Marciala para el número especial del mes de febrero de 2021, con motivos de la fiesta de Carnavales. Ahí queda, sirviendo al mismo tiempo como homenaje al gran Salvador Távora.
ARTE, CULTURA Y COMPROMISO SOCIAL
Con este título
tan gran grandilocuente, y de la forma
más sencilla, quería hacer un pequeño homenaje a Salvador Távora pasados ya dos
años desde su fallecimiento. Y lo hago casi en período de Cuaresma, que
este año tiene lugar desde el 17 de febrero al 1 de abril, en vísperas de los
Carnavales, una de las fiestas más alegres y divertidas. Aunque para gustos,
los colores, y más que seguro habrá detractores de esta fiesta pagana, como los habrá también de otra celebración religiosa como es la propia Semana Santa. Pero lo
importante es que se puedan disfrutar, vivir, y sentir, con respeto cuanto
menos de unos y otros, porque también estoy seguro que habrá hasta capillitas carnavaleros y viceversa ¿y
por qué no? Una curiosidad: los Carnavales y la Semana Santa son dos eventos,
celebraciones o fiestas, que ambas se viven en la calle y que las dos son gratuitas
(interrumpidas en estos momento por
la pandemia del COVID-19, pero que volverán como las aguas vuelven a su cauce,
téngalo por seguro). Ahí queda dicho, con el
debido respeto (expresión cuasi jurídica que justifica cualquier verdad que
se dice cuando el receptor puede que no comparta la opinión expresada, que no
creo que sea el caso…).
En estos dos años que han pasado, he de reconocer que me estoy haciendo mayor, sin lugar a dudas, y gracias a Dios, que lo estoy contando. En este mes de febrero he superado con holgura el medio siglo, cinco décadas o diez lustros. Se nota que soy de letras, y por eso busco y hasta encuentro expresiones explicativas de mis incipientes y cada vez más numerosas canas, y entre otras estará, de forma objetiva, el hecho de que sigo cumpliendo años (afortunadamente como decía), habiendo superado de forma indubitable el paso del ecuador de esta que está siendo mi vida. Pero no me quiero poner existencialista, ni nada por el estilo, y acreditada mi particular crisis de los 50, ahora con números, comparto una singular historia vivida en el mes de junio de 2012, en la que yo, este que les cuenta, interpreta su papel, ni más ni menos que con la complicidad del mismo Salvador Távora, que se interpretaba a sí mismo, junto a un pequeño elenco de actores, en sentido amplio, presentes y algún que otro ausente.
Por aquel tiempo desde la empresa en la que yo trabajaba, colaborábamos con la Universidad. El caso es que el alumno de un profesor amigo, necesitaba entrar en una nave industrial privada, situada en el Polígono HYTASA de Sevilla, en el Barrio de Cerro del Águila, donde, y cito textualmente: "Salvador y unos vecinos tenían en mente un proyecto de reciclar esta nave con usos culturales". A través de mi amigo, se pusieron en contacto con el joven estudiante que estaba desarrollando esta idea como proyecto de fin de carrera. "Se ve que el proyecto quedó parado porque el dueño de la nave, que en un principio estaba receptivo, se replegó al oír palabras como patrimonio. Suponemos que temió algún tipo de protección patrimonial que no le dejara sacar beneficio". Lo cierto y verdad es que se necesitaba desarrollar una estrategia para poder acceder al abandonado edificio, y realizar fotos y medidas que permitieran poder seguir adelante con el proyecto y el proceso de diseño. Y ahí estaba un servidor, para echar una mano, por supuesto.
Mi modesto papel, actor de reparto aunque imprescindible, era mostrar interés por adquirir el citado inmueble, para lo cual no tuve que hacer ningún esfuerzo, ni hizo falta sobreactuación ni me puse nervioso, solo que algunas mariposas en el estómago sí tenía, y no era para menos, más que nada por la compañía. Era mi trabajo por aquel tiempo, entre otras funciones, la de visitar inmuebles a rehabilitar, además de proyectar y dirigir actuaciones singulares, y esta efectivamente era una actuación muy singular, como estarán comprobando. Así que efectivamente concerté la visita con el corredor de la propiedad que tenía las llaves (hoy más conocido como agente inmobiliario) para visitar la nave industrial donde se estudiaba la viabilidad de un auténtico Proyecto de Gestión Social del Hábitat, y como prueba la presencia de un joven arquitecto colaborador, una representante vecinal del Barrio y sobre todo la presencia de nuestro insigne dramaturgo, actor, director, emprendedor, promotor, renovador, artista don Salvador Távora Triano (Sevilla, 3 de abril de 1930 - Sevilla, 8 de febrero de 2019).
No he vuelto a saber del proyecto, pero como tengo todos los contactos, a lo mejor hay una segunda parte de esta historia, con información actualizada e incluso algún enlace web. De momento se van tener que conformar con las pruebas gráficas del espacio y alguna instantánea de la representación de aquella sesión vespertina, totalmente real, de la que me siento partícipe, y con el paso del tiempo, afortunado. Conocí anteriormente a mi admirado Salvador Távora en FIBES cuando asistí con unos amigos a su gran obra Carmen, de esto hace más de quince años, con la magistral interpretación de Lalo Tejada. Me sentí muy orgulloso de poder ayudar, y de volver a hablar con él y conocerlo de forma más cercana ese día de San Antonio de Padua (pero que nació en Lisboa), el día 13 de Junio de 2012, en esta particular, singular, y para mí, inolvidable cita y encuentro en la Nave Central Térmica de HYTASA, Cerro del Águila, en Sevilla.
Esta foto queda para mi recuerdo, y en memoria de Salvador Távora. |