"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


jueves, 30 de agosto de 2018

MIS AMIGOS DEL BALONCESTO













Dedicado al Club Baloncesto Utrera,
a las personas que han hecho que cumpla 50 años. 
¡Feliz cumpleaños!


Llegando el final de verano, fiel a mi compromiso de escribir en clave utrerana en la Revista Vía Marciala, aquí traigo un post de los que más me gustan, donde se dan ingredientes interesantes, donde el deporte va de la mano de la cultura y la educación, y lógicamente ligados a valores y principios.


MIS AMIGOS DEL BALONCESTO


Como viene siendo una pequeña tradición, el mes agosto es para mí una muy buena fecha para escribir lo que Ustedes leerán ya en septiembre, y lo hago en esta especial ocasión con la gran motivación de compartir lo que siento, a modo de singular homenaje, dedicado a mis amigos del baloncesto, como habrán adivinado, al Club Baloncesto Utrera. Además, todo ello, coincidiendo con el número especial de Feria de Consolación 2018, cuando el CBU cumple su cincuenta aniversario y cuando va a recibir el Mostachón de Oro a la Trayectoria, donde la Orden del Mostachón reconoce y premia la extraordinaria labor llevada a cabo en nuestra ciudad durante medio siglo, promoviendo los valores deportivos entre cientos de jóvenes llevando el nombre de Utrera por todas partes, insigne galardón anunciado en el mes de febrero.








Hasta aquí todo muy formal e institucional. Y más, si pensamos en los actos del intenso mes de junio, con Cena de Convivencia, Exposición Fotográfica con motivo de la especial efemérides, con reconocimientos tanto por parte de la Federación Andaluza de Baloncesto, que concedió al club utrerano el Premio Giraldillo en la Gala celebrada en nuestra ciudad, como por parte de la Delegación Sevillana en la Gala de Clausura del Baloncesto en Coria del Río, y todo ello sin olvidar los actos y eventos que aún están por venir. Nada es casualidad, y todos los premios y reconocimientos son más que merecidos. Pero, hay algo más, o mucho más, diría yo. Vamos pues a la parte más informal, o emocional, que también puede decirse. 

Pues verán, mis primeros contactos con el deporte de la canasta empezaron cuando llegué allá por 1983 a Utrera para estudiar el bachillerato. Yo jugaba al fútbol, único deporte que se podía practicar en mi entorno pedáneo (pedanía viene del latín pes, pedis, traducido como pie, y claro, por eso un servidor en tal entorno de a pie sólo tenía ocasión de practicar balón-pie, foot-ball o fútbol vulgaris, y que conste estoy sonriendo mientras escribo esto), hasta el punto de ser uno de los juveniles que fundara la Unión Deportiva Trajano allá por 1986, club que militó y que se mantuvo más de dos décadas en competición provincial. Aunque yo, en honor de la verdad, sobre todo, corría mucho, y empezaba a hacer carreras como diría otro, porque en aquellos tiempos a correr, ahora llamado running, se conocía antes como jogging, y también footing (pies para qué os quiero). En fin, cosas que pasan, como irse por los Cerros de Úbeda. Vuelvo, pues. 

Como decía, por aquellos años de los 80, algunos de mis amigos de los salesianos jugaban a baloncesto, y eran muy buenos, hasta el punto de ser componentes de aquel equipo que logró ascender en 1990 a Segunda División Nacional Senior. Alguna vez me ponía a jugar con ellos, pero con lo altos que eran y lo bien que jugaban, yo no daba una a derechas, vamos, que “no tocaba bola”, por no decir que “era muy malo”, que también puede ser, así que seguí con mi fútbol y mis carreras. Eso sí, cuando ellos jugaban en Utrera y siempre que podía, venía a verlos y con ellos me iba después de los partidos al Currito (bar, o mejor dicho mítica taberna) para disfrutar del llamado tercer tiempo, expresión prestada del rugby, y donde conocí a muchos más jugadores, hoy también amigos, padres de los amigos de mis hijos, porque yo, siempre he tenido amigos de altura, en el sentido amplio de la expresión y no sólo en centímetros verticales. Quizás por eso me siguen invitando cada Navidad al partido de las Ex-Estrellas del CBU, lo que serían viejas glorias en el fútbol, a mí, que nunca jugué federado ni competición ninguna botando el balón, que no sabe lo que es cortar, ni por fuera, ni por dentro, ni marcar en zona ni en individual, pero eso sí, que sigue corriendo, y que sobre todo, no debe ser muy mala compañía, sobre todo en las cervecitas del Currito. De esto último no tengo ninguna duda, porque todo el mundo sabe que hacer deporte sin hidratarse después es muy peligroso. Vamos, que hago maratones para después disfrutar de una cervecita bien fría, y de mis amigos. 

Desde entonces, y no sólo yo, también en pareja y luego en familia, hemos seguido vinculados al mundo del baloncesto en Utrera. Tanto es así que me parece que no hemos faltado a ninguna de las 12 Horas que organiza el homenajeado club, y van para 12 ediciones desde la primera vez que echamos una mano en el propio Colegio Nuestra Señora del Carmen, siempre en la barra del bar, casi siempre en la parte izquierda, donde más lejos se está de la cocina y donde más se anda, o se corre, también. Ese día completo, y algunas veces de noche, han sido jornadas de mucho trabajo físico, pero de gran satisfacción personal, disfrutando de un ambiente espectacular, niños, niñas, jóvenes, adultos, familias enteras, que vienen un día a Utrera a disfrutar de jugar por jugar al basket, para convivir, haciendo amigos, contribuyendo con causas solidarias, siempre con una sonrisa, con expresiones de amabilidad, educadamente, y donde la gente del CBU son los mejores anfitriones. Lo pienso y lo digo, que yo en esos días hasta pagaría incluso por hacer lo que hago. Me trae cuenta en motivación, y como entrenamiento para mis carreras no tiene precio. 

Y qué decir de los entrenadores, delegados, directivos, colaboradores, patrocinadores, jugadores, en masculino y en femenino, pues hay que reconocer que las últimas alegrías deportivas están llegando de la mano de las chicas, todo sea dicho, en una organización no sólo sin ánimo de lucro alguno, sino que todos y cada uno de los que en ella participan en sus distintos niveles y cometidos lo hacen de forma altruista y sin remuneración alguna, todo por amor al arte, por amor al deporte que les apasiona, que nos apasiona. Quizás sea ésta una de las claves de su cincuentenario, de su buena salud, aunque no exenta de dificultades, lógicamente. Porque además, en este club se sigue la máxima de felicitar y elogiar en público, pero también de corregir y asumir errores en privado, como autocrítica constructiva, se reconocen cuando hay problemas, que los ha habido, y se mejora, incluso se intenta y hasta se consigue ser proactivos, adelantándose a las circunstancias adversas, transmitiendo conocimientos y experiencias, multiplicado todo por grandes dosis de actitud e ilusión. Ellos no lo saben, pero esto que digo está más que demostrado, en las clausuras de cada temporada, en la planificación de la siguiente, en las horas que se pasa en el Pabellón Pepe Álvarez durante toda una temporada, en los entrenamientos, en las horas de viajes, en las victorias, en las derrotas, en los equipos de base y en el equipo de liga EBA, en los partidos familiares de Navidad, donde juegan padres y madres con sus particulares, intransferibles y genuinas estrellas del BA-LON-CES-TO. 

Un detalle: cuando en un partido se oyen gritos, silbidos y desaires, desde el CBU se intenta, con educación, evidenciar dicho comportamiento y actitudes “futboleras”. No es mala forma la de hablar, y reflexionar, respecto de que nuestros chicos y chicas lo más probable es que no lleguen a ser profesionales de este deporte, como otros muchos que practican otros deportes minoritarios, por ejemplo el propio rugby o el balonmano, o el atletismo también, donde lo más importante es que crezcan como personas en un ambiente deportivo, compatible por supuesto con el estudio y el trabajo, donde se transmiten valores y principios, donde se persigue y muchas veces se consigue, una auténtica red social, no virtual, sino real como la vida misma. Y algunas señas de identidad: excelencia, liderazgo, integridad, trabajo en equipo, espíritu emprendedor, y además, con respeto, aplaudiendo el buen juego, rivalidad sólo en la pista, con lenguaje correcto, y transversalmente divirtiéndose, porque el baloncesto es diversión. 

La suerte para mí es que sin entender mucho este deporte, donde todo puede cambiar en el último cuarto del partido a pesar de que exista una diferencia abultada en el marcador (en fútbol remontar un 4 a 0 es poco menos que imposible), donde la velocidad y espectacularidad van de la mano, es que mi familia, mi mujer, y mis hijos, uno sin jugar nunca como yo, y el otro jugando desde hace cinco temporadas, tienen entre sus mejores amigos y amigas a personas vinculadas a este deporte de altura, y porque además muchas de ellas no son sólo amigos, sino familia, la familia que tenemos la fortuna de encontrarnos en la vida y que elegimos por decisión propia, la gran familia del baloncesto utrerano. 

¡Buena Feria de Consolación 2018, y buen inicio del nuevo Curso o Temporada 2018/19!


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