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Fotografía de Salvador Moreno Rivas
Utrera, mi Ciudad, donde nací, donde estudié, donde vivo, y donde compagino mi condición de Trajanero, compatible a más no poder.
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En estos momentos de multilateralismo, globalización o mundialización, quiero detenerme en el aspecto más local, municipal si se quiere, localista también, de lo más cercano, que curiosamente, a veces no valoramos, por esa misma cercanía quizás.
En estos momentos de multilateralismo, globalización o mundialización, quiero detenerme en el aspecto más local, municipal si se quiere, localista también, de lo más cercano, que curiosamente, a veces no valoramos, por esa misma cercanía quizás.
Traigo al momento oportuno una publicación de Febrero de 2002. Responde al primero de una serie de artículos y anuncios que se incluían en una campaña de imagen de la Sociedad de Promoción y Desarrollo de Utrera, S.A. PRODUSA, empresa municipal en la que tuve la fortuna de participar durante cinco años en el fomento o promoción de la actividad económica, sinónimos del término Desarrollo Local. Muy gratos recuerdos al fin, superados algunos momentos muy difíciles.
He querido subir esta reflexión en el mes de Septiembre, que es un mes muy utrerano, como nuestra Patrona, la Virgen de Consolación, como nuestra Feria, como el Mostachón, y también he querido poner algunas imágenes no tan conocidas de Utrera.
Antes, también me gustaría contextualizar el artículo. Sé que hubo personas a las que no entusiasmó, otras a las gustó y otras que me reconocieron cierta valentía. Las críticas negativas, que seguro existieron, no me llegaron tan claras, pero haberlas, hubo.
Después ya de más de tres años de responsabilidad (firmaba el artículo como Consejero Delegado), entendí como responsabilidad propia en aquel momento escribir lo que pensaba y que defendía a capa y espada, en Utrera y fuera de Utrera, pues dedicaba mi vida profesional, y diría que algo más, al ejercicio de esa convicción, desde el minuto uno al dos millones seiscientos veintiocho mil, es decir, durante un lustro completo.
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Pues bien, bajo un título en interrogación y cierta apariencia de crítica, se encuentra una confianza absoluta en mi pueblo y en su gente; de eso no cabe duda alguna.
¿APATIA UTRERANA?
Si el lector de Vía Marciala comienza este artículo creyendo encontrar una teoría que profundice sobre un tema del que muchos piensan es un mal endémico de Utrera, aquí no la va a encontrar. No obstante, si el título le ha llamado la atención y ha comenzado a leerlo, dicho título ya cumplió su objetivo y demuestra que puede tratarse de un asunto que le preocupa, por su existencia o la duda de su existencia. En definitiva, se trata de nuestro Pueblo, un pueblo que es Ciudad, una ciudad con sabor a Pueblo, y a Utrera le duele, mal que le pese, que se la asocie con semejante adjetivo de apática.
Pero Utrera es su gente, los utreranos y utreranas, en colectivo y en particular, de ahí que toda generalización conlleve valoraciones equivocadas en detrimento de lo individual, como igualmente erróneo es extender a una colectividad conductas o actitudes aisladas. Por este primer motivo me parece de entrada cuestionable la expresión que titula esta reflexión, y por esa misma razón aparece entre interrogantes. La apatía, palabra que incluso me cuesta escribir y que hablando la evito driblándola al mejor estilo Reyes (permítanme el símil futbolístico potenciando un valor utrerano) se define como “impasibidad del ánimo”, “dejadez, falta de vigor o energía”. ¡Imagínense esta definición aplicable a todos los utreranos y utreranas!
Lo que sí es cierto y constatable hablando en términos de globalización, o quizás más bien mundialización, es que es infinitamente más fácil opinar subjetivamente que describir de forma objetiva. Asimismo, es más sencillo en toda empresa no arriesgar o arriesgar lo mínimo (“mejor me quedo como estoy”), actitudes que llevan una, a la crítica destructiva, otra al inmovilismo más arcaico, contrarias ambas a toda idea de creatividad y dinamismo. Se podía decir que lo que nos ocurre a nosotros a nivel local se puede extrapolar a Andalucía respecto de otras regiones, a España respecto de otros países, a Europa respecto de Norte América. Vamos soportando una carga histórica, que tan rica en tradiciones y cultura, nos puede pesar en la toma de decisiones hacia el futuro y condicionar el futuro mismo.
Existe un tercer elemento que unido a la crítica subjetiva y al inmovilismo arraigado debemos superar para la consecución de nuestros objetivos o metas, cual es la convicción de nuestras propias posibilidades, valorar lo nuestro confiando que podemos ser y somos competitivos. Esta convicción asociada a la búsqueda de la calidad y el servicio son claves a tener en cuenta, no las únicas lógicamente, pero sí algunas sobre las que se debe cimentar una base sólida de toda idea de creación de riqueza y progreso en Utrera.
En sí misma Utrera es diversa y rica, tanto en recursos naturales y patrimoniales, como en recursos humanos. Sólo hay que poner estos recursos en valor y darles el protagonismo diferenciador que se merecen, y en esa nueva dinámica UTRERA debe entrar y está entrando.
Si el lector de Vía Marciala comienza este artículo creyendo encontrar una teoría que profundice sobre un tema del que muchos piensan es un mal endémico de Utrera, aquí no la va a encontrar. No obstante, si el título le ha llamado la atención y ha comenzado a leerlo, dicho título ya cumplió su objetivo y demuestra que puede tratarse de un asunto que le preocupa, por su existencia o la duda de su existencia. En definitiva, se trata de nuestro Pueblo, un pueblo que es Ciudad, una ciudad con sabor a Pueblo, y a Utrera le duele, mal que le pese, que se la asocie con semejante adjetivo de apática.
Pero Utrera es su gente, los utreranos y utreranas, en colectivo y en particular, de ahí que toda generalización conlleve valoraciones equivocadas en detrimento de lo individual, como igualmente erróneo es extender a una colectividad conductas o actitudes aisladas. Por este primer motivo me parece de entrada cuestionable la expresión que titula esta reflexión, y por esa misma razón aparece entre interrogantes. La apatía, palabra que incluso me cuesta escribir y que hablando la evito driblándola al mejor estilo Reyes (permítanme el símil futbolístico potenciando un valor utrerano) se define como “impasibidad del ánimo”, “dejadez, falta de vigor o energía”. ¡Imagínense esta definición aplicable a todos los utreranos y utreranas!
Lo que sí es cierto y constatable hablando en términos de globalización, o quizás más bien mundialización, es que es infinitamente más fácil opinar subjetivamente que describir de forma objetiva. Asimismo, es más sencillo en toda empresa no arriesgar o arriesgar lo mínimo (“mejor me quedo como estoy”), actitudes que llevan una, a la crítica destructiva, otra al inmovilismo más arcaico, contrarias ambas a toda idea de creatividad y dinamismo. Se podía decir que lo que nos ocurre a nosotros a nivel local se puede extrapolar a Andalucía respecto de otras regiones, a España respecto de otros países, a Europa respecto de Norte América. Vamos soportando una carga histórica, que tan rica en tradiciones y cultura, nos puede pesar en la toma de decisiones hacia el futuro y condicionar el futuro mismo.
Existe un tercer elemento que unido a la crítica subjetiva y al inmovilismo arraigado debemos superar para la consecución de nuestros objetivos o metas, cual es la convicción de nuestras propias posibilidades, valorar lo nuestro confiando que podemos ser y somos competitivos. Esta convicción asociada a la búsqueda de la calidad y el servicio son claves a tener en cuenta, no las únicas lógicamente, pero sí algunas sobre las que se debe cimentar una base sólida de toda idea de creación de riqueza y progreso en Utrera.
En sí misma Utrera es diversa y rica, tanto en recursos naturales y patrimoniales, como en recursos humanos. Sólo hay que poner estos recursos en valor y darles el protagonismo diferenciador que se merecen, y en esa nueva dinámica UTRERA debe entrar y está entrando.
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