"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


martes, 23 de diciembre de 2014

CON EL DESEO DE QUE LE INTERESE





A lo largo de mi vida sólo me han dedicado un par libros o tres, con su correspondiente dedicatoria nominativa por parte de sus autores. No han sido muchos, la verdad, y eso que de libros tenemos unos cuantos de cientos, y de cuentos, cien y cientos.  El motivo puede ser que no soy muy mitómano que digamos, y porque lo cierto y verdad es que siempre me ha dado un poco de vergüenza, pudor, o lo que sea. Por poner un ejemplo, diré que jamás he pedido un autógrafo a ninguna persona famosa, aunque ganas no me han faltado alguna que otra vez, y lo de hacerme una foto, mucho menos. En fin, cosas mías.

Y para un libro que me dedican recientemente, previa adquisición, haciendo mi correspondiente cola, tras una presentación solemne solemnísima, la dedicatoria es: “Para Diego, con el deseo de que le interese este libro. Un abrazo” (Firma ilegible). Que desea me interese, dice el autor. Pues bueno, en eso no se va equivocar el hombre, porque si no me interesara como que no hubiera ido a la presentación y no hubiera comprado su novela. Pero “no” es una palabra  muy corta  y muy contundente. Porque con las referencias que tenía,  yo sabía positivamente,  y estaba más que seguro, que me iba a gustar, y claro está, adelanto desde ya que efectivamente sí me ha interesado, no sea que alguien interprete a priori de forma contraria.




Cuando leí por primera vez la dedicatoria, in situ y delante del novelista, me pareció austera, sencilla y muy modesta. Me sorprendió, un poco, pero no tanto. No sólo por conocer la biografía del autor, su humanista y vasta formación, su dilatada y polifacética trayectoria profesional, sus múltiples publicaciones, sino también porque dedicaba su libro a una persona desconocida, cosa de la que nos olvidamos cuando estamos delante de alguien reconocido o famoso, que como lo vemos frecuentemente en los medios de comunicación, se nos olvida la imposible reciprocidad del trato, su conocimiento y mucho menos el reconocimiento. El autor se llama Antonio Guerra, y su libro “La Mina”.

No piense que voy a hacer ninguna crítica de La Mina. Ya se ha escrito en nuestra revista sobre el autor y sobre su libro, primera parte de una trilogía  que se completará en los próximos años. Diré, eso sí, que es una novela muy especial,  de ficción pero histórica, cercana que trasciende lo local, de verdad como la vida misma, tierna y muy dura a la misma vez,  que va de menos a más, que desde la narración  impersonal o colectiva de un grupo de jóvenes, de forma intencionada  va confundiéndose con la primera persona y muy personal de uno de ellos, para terminar envolviéndote y pensando al final que, efectivamente, nos encontramos ante una novela verdaderamente singular, como  muy bien la define su editor y nuestro querido director Salvador de Quinta.  

Digo que no, pero no puedo. No puedo dejar de comentar algo más. En el libro hay dos personas que dicen algo parecido a lo de mi dedicatoria-deseo del autor. Son dos defensores y amantes de la libertad, maestros o profesores del protagonista, del joven que cuenta la historia, la de su pueblo, la historia que trasciende de lo local. Docentes ambos como lo ha sido, como lo es el propio autor, uno afirma, “…me han interesado mucho estos siete capítulos…”; el otro, casi al final pregunta modestamente tras una poética clase magistral “¿De verdad os ha interesado?”   

“Pues sí, me ha interesado, de verdad, y mucho. También muchas gracias, porque cada vez que la leo me gusta más mi personal y nominativa dedicatoria. Otro para Usted”. 


No hay comentarios: