"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


domingo, 8 de diciembre de 2013

EL CAMINO DE SANTIAGO (II PARTE)




Sobre el Camino de Santiago,
calzadas romanas 
y Utrera de por medio.


Cuenta la leyenda (siempre quise comenzar una historia con esta tradicional expresión) que allá por en el siglo IX,  llegó a los oídos de un rey asturiano una maravillosa noticia: en un apartado rincón de Galicia los lugareños habían descubierto una tumba que todos afirmaban que no podía ser otra sino la del apóstol Santiago. El monarca, de nombre Alfonso y conocido como el Casto, visionario él, mandó construir sobre el santo sepulcro una iglesia, y al lado convento de frailes benedictinos. Pronto surgió una aldea en torno a la iglesia, la aldea se convirtió en ciudad, y siglo tras siglo hasta la actualidad acuden a ella peregrinos de todo el mundo siguiendo las estrellas de la Vía Láctea, Campus Stelae, a la ciudad de Santiago de Compostela.

Fue en esta etapa de nuestra Historia donde se inició la larga Reconquista, y en este contexto de luchas entre moros y cristianos fue cuando el Camino comienza a dar sus primeros pasos, como conexión de la  España de aquel tiempo con el resto de la Europa cristiana, de donde llegaban los medievales peregrinos.  Y cuenta otra leyenda  que al rey Ramiro, en la cruenta Batalla de Clavijo contra los musulmanes, y cuando más difícil y más dramática se tornaba la situación, se le apareció la figura de Santiago el Apóstol, sobre un caballo blanco y espada en mano, animando a los agotados guerreros cristianos, pasando desde entonces a ser conocido como Santiago Matamoros, erigiéndose como símbolo y protector de la causa cristiana.

Hecha esta pequeña reseña historica, más bien legendaria, no hay lugar a dudas de la influencia de la misma en propia historia de Utrera, donde nuestro Patrón no es otro que el Apóstol Santiago, con la magnífica iglesia de  Santiago el Mayor, su insigne veleta, el Cristo de Santiago, la hasta hace muy poco calle Matamoros muy cerca, con la Cruz de Santiago y las conchas del Camino en lo alto del Arco del Niño Perdío, la misma cruz roja sobre el negro de las túnicas del Silencio Cautivo, y así un sin fin de símbolos alusivos y que han perdurado hasta nuestros días.








Retomando mis pasos, diré que más que de El Camino de Santiago habría que hablar de nuestro Camino de Santiago, el de cada uno, pues cada cual hace el suyo propio, para cada uno tendrá un significado, unas expectativas y unas consecuencias. El mío comenzó hace ya algún tiempo, más de una década, cuando cayeron en mis manos varias lecturas relacionadas, como la de El Peregrino de Santiago, de Paulo Coelho, y también Peregrinatio, de mi admirada Matilde Asensi, que leí y ella escribió después de su novela Iacobus. Recomendados quedan los tres, por compartir en común iniciáticos caminos caballerescos, y por extraer de su lectura mensajes que se pueden y se debieran aplicar a nuestras propias vidas. Interesante, aunque muy desconocida, es la versión que se descubre en Peregrinatio, muy distinta y herética de la leyenda antes comentada sobre el origen de la tradición. Pero como dice Cayetano Martínez, de la Asociación  Amigos del Camino de Santiago de Sevilla Vía de la Plata, “El cuerpo (del Apóstol) no sé si estará o no, pero el espíritu seguro que está”.

Vamos andando, poco a poco, en este camino que llegará hasta Utrera, y que la cruzará, para alcanzar como destino final la ciudad de Santiago de Compostela. Y es que el Camino de Santiago, como  Correr, (running como se dice hoy,  footing  ya se dice menos) está en auge, e incluso algunos locos se atreven a hacer el Camino corriendo. Hay que decir que el Camino se puede hacer no sólo a pie, sino también en bicicleta y hasta a caballo, las tres modalidades por las que llegados a Santiago se concede la Compostela tras presentar la Credencial del Peregrino, no sin antes haber completado al menos los 100 últimos kilómetros a pie y a caballo ó 200 en bicicleta.

Atletas y peregrinos portugueses
Mucho que ver en la revitalización del Camino alcanzada en el siglo XX se debe a la difusión de los Años Jacobeos por parte de la Xunta de Galicia, que son los que el 25 de Julio (festividad de Santiago Apóstol) caen en domingo. También destaca la proyección europeísta del Camino de Santiago, versión actualizada de la vocación de pertenencia a la cristiandad en la antigüedad, adaptada ahora a nexos comunes en el Marco Comunitario Europeo, todo ello desde un punto de vista político, económico y cultural.

Pero si se tuviera que destacar a alguien en el resurgir de las peregrinaciones modernas a Santiago de Compostela, habría que mencionar y reconocer la figura de Elías Valiña, el cura de O CebreriroOriginario de Sarria, el Padre Valiña fue quien delimitó los tramos originales de la ruta jacobea, marcando el itinerario con las inconfundibles flechas amarillas, todo un símbolo e icono del Camino. Como curiosidad hay contar que el color elegido fue el de la pintura facilitada al párroco peregrino y hospitalero por el antiguo MOPU, el Ministerio de Obras Públicas, en otras palabras, el único color que había disponibible. El periódico La Voz de Galicia contaba la famosa anécdota del párroco y que le ocurrió en los Pirineos: tras  pararlo la Guardia Civil mientras se hallaba con un bote de pintura en la mano dibujando llamativas flechas, le preguntaron que qué estaba haciendo en ese paso fronterizo. «Preparando una gran invasión desde Francia», fue la respuesta. Tras llevarlo al cuartel, se aclaró todo.


Una de las famosas flechas de Elías Valiña

Este camino está siendo ya un poco largo, así que vamos acabando. Porque aunque el más conocido de todos y con el que enlazan otros es el Camino Francés, que parte desde Saint Jean Pied de Port en Los Pirineos, también está el Camino Aragonés, el Primitivo, el Vasco, del Norte, Sanabrés, Portugués, el Catalán, Baztanés o el Inglés, teniendo cada vez más seguidores el Epílogo de Fisterra y Muxía. Pues bien, para nosotros, la gente del Sur, el camino más cercano que nos lleva a Compostela, y con diferencia el más largo, es el Camino de la Vía de la Plata, siguiendo la antigua calzada romana que unía Emerita Augusta con Asturica Augusta (Mérida y Astorga actuales). 

Desde Sevilla a Santiago, por la Vía de la Plata enlazando con el Camino Sanabrés, hay exactamente 980 kilómetros, y por la misma Vía de la Plata siguiendo por el Camino Francés desde Astorga son 963 kilómetros. Y ahora viene el no va más: como se anunciaba hace unos meses, si comenzamos el Camino siguiendo otra antigua calzada romana como es la Vía Augusta partiendo desde Cádiz, pasaremos por localidades como San Fernando, Puerto Real, Jerez, El Cuervo, Lebrija, Las Cabezas, muy cerquita de nuestro pueblo de colonización de Trajano (se recomienda parar, descansar y visitar), cruzaremos por el puente romano de las Alcantarillas y necesariamente entraremos por la Fuente de Ocho Caños tras seguir el camino paralelo a la vía del tren, donde se podrá hacer parada y noche en el futuro albergue de peregrinos de Utrera para llegar hasta Sevilla al día siguiente. En total, más de 172 los que tendríamos que sumar al casi millar peregrinos kilómetros, su mayor parte por antiguas calzadas romanas. 


Puente romano de las Alcantarillas


Fuente de Ocho Caños

«Las personas siempre llegan a la hora exacta donde están siendo esperadas. Ligeros de equipaje, lo importante es no dejar de lado los lugares que algún día se podría lamentar no haber visitado teniendo oportunidad de hacerlo, pues la puerta se abre a todos, no solo a católicos, aceptándose las dificultades como un aspecto más del aprendizaje en el avance, tomando siempre en los momentos de crisis la decisión correcta y aprovechando la soledad para reflexionar sobre el futuro». 


 ¡Buen camino!


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