Más que de El Camino de Santiago habría que hablar de Mi Camino de Santiago, de Nuestro Camino, pues cada cual hace el suyo propio, y para cada uno tendrá un significado, unas expectativas, unas consecuencias.
Hace ya algún tiempo, más de una década, cayó en mis manos varias lecturas relacionadas, como la de El Peregrino de Santiago, de Paulo Coelho, y también Peregrinatio, de mi admirada Matilde Asensi, que leí y ella escribió después de su novela Iacobus.
Comenzará esta entrada jacobea con la versión que nos ofrece Matilde Asensi al final de su novela ilustratrada Peregrinatio. Evidentemente hay más versiones sobre el mismo asunto del origen de la tradición, pero no es la cuestión más importante bajo mi punto de vista, óptica o simple perspectiva:
"En el siglo cuarto de
nuestra era, un episcopus de la Gallaecia llamado Prisciliano, discípulo
del anacoreta egipcio Marcos de Memphis, instauró en estas tierras un doctrina
cristiana que la Santa
Iglesia reprobó prestamente por herética. Pese a ello, el
número de sus seguidores, entre los que había numerosos sacerdotes y prelados,
creció de tal manera que Roma empezó a preocuparse en serio. Pronto la bella
herejía de Prisciliano, basada en la igualdad, la libertad y el respeto, así
como en los antiguos conocimientos y ritos, se expandió por toda la península
e, incluso, más allá de los Pirineos. El ingenuo episcopus, preocupado
por la enconada oposición eclesiástica, decidió ir a Roma para pedir
comprensión al Papa Dámaso pero, en cuanto llegó, fue capturado, torturado y
degollado sin que mediara juicio ni piedad. A duras penas sus seguidores
consiguieron recuperar el cuerpo decapitado (en esto coincide la historia con
la leyenda del Apóstol) para traerlo de regreso a Galicia.
Como suele ocurrir en estos casos, el martirio del
cabecilla sólo sirvió para avivar aún más el fuego de su doctrina, de manera
que su sepulcro, el lugar donde fueron enterrados sus restos, se convirtió en
sagrado y pronto empezó a recibir miles y miles de peregrinos venidos de todas
partes del orbe siguiendo el camino marcado en el cielo por la Vía Láctea. Ni
los siglos ni los grandes esfuerzos realizados por la Iglesia consiguieron
acabar con esta costumbre herética, así que, cuando se produjo la invasión
árabe de la península en el siglo octavo y la confusión, la muerte y la
desolación hicieron que las gentes dejaran a un lado las peregrinaciones para
ocuparse de cosas más inmediatas como sobrevivir, misteriosamente la tumba de
Prisciliano se transformó en la tumba del Apóstol Santiago el Mayor, hermano de
San Juan Evangelista, que como tal renació para ayudar a los cristianos en la
Reconquista, apareciéndose en las batallas y pasando a ser Santiago Matamoros."
Más interesantes son para el lector que espera encontrar significados sobre El Camino, los consejos que sobre el año 1324 da un padre a su hijo, el ex caballero hospitalario Galcerán de Born a su joven hijo Jonás, en forma de carta y que se convertirá en libro sobre la peregrinación, Liber Peregrinationis:
Recuerda que tengo por
ley personal no hacer nada sin haber calculado antes todas las posibilidades,
sin haber previsto todos los movimientos probables de la partida y sin haber
pensado cuidadosamente en los beneficios y las pérdidas, en las consecuencias
sobre mi vida y las vidas de los que me
importan.
Sin embargo, como en esta
ocasión puedes viajar sin apremios, no abandones Puente de la Reina sin subir y
bajar el afamado puente que da nombre a la ciudad ni tampoco sin visitar la
parroquia de Murugarren. El puente porque, con su forma de empinada y penosa
colina que no permite al cansado peregrino vislumbrar lo que tiene delante, te
dará una valiosa lección sobre cómo es la vida, y la parroquia porque, además
de exhibir una hermosa torre con cúpula octogonal, posee un enigmático ábside.
En cualquier caso, recuerda
que jamás debes rendirte ante los obstáculos que encuentres en el Camino o en
la vida. Antes bien, acepta dichas dificultades como un aspecto más del
aprendizaje y, entonces, sacándoles partido, te resultará mucho más fácil
avanzar.
El magnífico y sencillo juego
de La Oca, un humilde juego en que lo importante no es ganar, sino perseverar y
llegar, igual que en el Camino del Apóstol y en la vida.
No seas temerario, y no
busques el enfrentamiento con esos pobres desgraciados (salteadores y
bandoleros). Gana la batalla quien consigue evitarla y tus lances como
caballero deberían estar muy por encima de unas tristes escaramuzas con
villanos casi siempre hambrientos.
La historia que se da por
cierta no es verdadera y la que se rechaza por falsa puede ser auténtica. Nunca
lo creas todo ni lo des todo por bueno sin comprobarlo por ti mismo.
Dejaréis Nájera con pesar,
estoy seguro, pero forma parte de la experiencia del Camino despedirse de las
personas, las cosas y los lugares para seguir avanzando. Y eso es lo que debéis
hacer: continuar.
Aprovecha la soledad para
reflexionar sobre tu futuro, ahora que ya tienes más elementos de juicio que te
permiten sacar partido de lo que estás viviendo y aprendiendo.
Cambia la lengua y el arte, la
música, las ropas y las comidas, pero ya ves que la Tierra no le da el menor
fuste a todo esto. Ella sigue igual de inalterable. Pues aprende que así debes
ser tú ante las acometidas de la vida. Y el Camino de la Vía Láctea enseña muy
bien esta materia a quien no se arredra ante las dificultades.
Todo es mudable, como ya te he
dicho, y lo que ayer parecía bueno hoy es malo y al revés.
Lo importante es no dejar de lado
los lugares que algún día podrías lamentar no haber visitado teniendo
oportunidad de hacerlo.
A mi edad, ya avanzada, tengo
una mala opinión del ser humano, cuya capacidad para el mal, para infligir
dolor o abusar de los débiles es infinita. Sin embargo, si alguna redención
cabe esperarse, si alguna confianza puede tenerse, radica precisamente en el
compromiso de los caballeros como tú que os obligáis con juramentos a luchar
hasta el final contra la injusticia.
Utiliza el cerebro. Hay
evidencias que no necesitan más indagación. Sin embargo, la verdad no le quita
valor a la sencilla religiosidad de las gentes. Acepta con benevolencia la fe
de los que tienes a tu alrededor y respeta las creencias por muy absurdas que
te parezcan.
También pudieran ser interesantes, en la misma línea caballeresca, las notas extraídas a Paulo Coelho, de su libro El Peregrino de Santiago:
Hasta los pelos de
la cabeza están contados.
Las cosas
importantes hay que decidirlas con tranquilidad, lentamente.
Nada está oculto
sino para ser manifestado, y nada se hace escondido sino para ser revelado.
Es de los niños el
Reino de los Cielos.
Enseñar a mostrar
que es posible. Aprender es volver posible a sí mismo.
Un problema
después de resuelto es de una simplicidad aterradora.
Guerrear no es un
pecado. Guerrear es un acto de amor. El Enemigo nos ayuda a desarrollarnos y
nos perfecciona…
De la derrota
siempre podemos aprender algo, pero en la fuga todo lo que logramos es declarar
la victoria de nuestro Enemigo.
Los hombres que se
juzgan sabios son indecisos a la hora de mandar y son rebeldes en la hora de
servir. Consideran una vergüenza dar órdenes y una deshonra recibirlas. Nunca
reacciones así.
Sólo puedes
aprender cuando enseñas.
Caballeros del
Temple: “dedicaron sus vidas, sus fortunas y sus espadas a una sola causa,
proteger a los peregrinos del camino de Jerusalén, encontrando un modo de vida
espiritual que los ayudase en la búsqueda de la sabiduría”
El hombre toma
siempre en los momentos de crisis la decisión correcta.
Alcanzaría mis
sueños si descubría primero lo que deseaba hacer con ellos.
Aprender el mandar
y el servir.
Caigan mil a tu
lado y diez mil a tu derecha, tú no serás alcanzado.
Ningún mal te
ocurrirá, ninguna plaga llegará a tu tienda; pues a sus Ángeles dará órdenes a
tu respecto, para que te guarden en todos tus caminos.
1 comentario:
Amor verdadero es el que siempre está creciendo, moviendo el mundo y haciendo sabio al hombre:
EROS, inicial, pasional.
PHILOS, amor bajo forma de amistad.
AGAPE, amor que devora, está en eros y philos.
El entusiasmo es trance, arrebato, comunicación con Dios. Es Ágape dirigido a alguna idea, alguna cosa, se manifiesta en los primeros años. “El Reino de los Cielos es de los niños”, se refiere a a Ágape bajo forma de Entusiamo. Los ñinos se acercaron a Jesús no por sus milagros, su sabiduría, ni por fariseos o los apóstoles. Fueron alegres, movidos por el entusiasmo.
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