"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


viernes, 12 de octubre de 2012

LA MILI 1 ERASMUS 0













Cuando se habla (cuando se escribe no tanto), de forma frecuente se recurre a dichos, expresiones o términos propios de ámbitos tales como el mundo del toro, el del fútbol, o el las cofradías, por nombrar algunos. Y lo cierto es que esta culturilla lingüística da mucho juego por su propia riqueza y diversidad, y si además se utiliza entre iguales, entre afines de esos mundos, a buen entendedor pocas palabras bastan.

De forma evidente, el título de más arriba da muestras de que es elegido por la tendencia deportiva del que lo suscribe: La Mili 1 Erasmus 0. No es ninguna expresión, se ve a simple vista que es el resultado de un partido. Y es que fue eso, un partido que se perdió por la mínima, muy disputado, sin goleada, aunque el empate hubiera sido más que merecido, y que se jugó en la década de los noventa (del siglo pasado, claro), y del que ahora casi veinte años después se realiza la crónica, a toro pasado.

La Mili. Tirando un poco de estilo wikipedia (son los tiempos que corren) decir que el Servicio Militar Obligatorio más conocido como “mili” fue siempre exclusivo de los varones y que existió como tal hasta el año 2001. Además, durante los últimos años del franquismo se produjeron los primeros casos de objeción de conciencia y tras la Transición también aparece la insumisión como estrategia de resistencia pacífica al reclutamiento obligatorio.

De historias de la mili hay una infinidad, una por cada recluta o soldado como mínimo. Para unos supuso un cambio de aires, de conocer mundo, salir del pueblo, aprender a leer y escribir incluso, sacarse el carnet de conducir, hacer amigos de otras regiones. La otra cara de la moneda fue para otros muchos, con pérdida de trabajos o estudios, lejos de sus familias y de sus lugares, en fin, para todos los gustos.

Volviendo al partido, tengo que reconocer que mi mili no fue mala, ni mucho menos, y eso que hice el intento de esquivarla con un dribling imposible, pero de pueblo que soy, “con todos los varones de mi familia habiéndose hecho hombres cumpliendo con su deber del servicio militar” (incluso un hermano menor que yo que no tuvo que pedir prórrogas por estudios), fue comentar en mi casa que tenía intención de hacerme objetor de conciencia para recibir la respuesta clara, concreta y concisa de mis mayores: “tú primero haces la mili y ya después si eso te haces objetor de conciencia”. Claro como el agua y con el pelo rapado al cero. ¡Gol de la Mili!

Erasmus. El programa ERASMUS (en honor del teólogo y humanista Erasmo de Rotterdam), responde en inglés a EuRopean community Action Scheme for the Mobility of University Students (Plan de Acción de la Comunidad Europea para la Movilidad de Estudiantes Universitarios), y es un plan de gestión de diversas administraciones públicas por el que se apoya y facilita la movilidad académica de los estudiantes y profesores universitarios dentro de los Estados miembros de la Unión Europea así como de varios países del Espacio Económico Europeo.

Pues bien, después de haber realizado el Servicio Militar, también intenté, o más intentamos, irnos a Francia en un intercambio con la Universidad de París para completar mis estudios de postgrado en recursos humanos, pero reformas laborales y revueltas juveniles paralizaron las relaciones bilaterales. Digo que intentábamos porque para que nos dejaran ir (a un servidor y a su novia) habíamos decido casarnos. Eran otros tiempos. Eso fue lo más cerca que estuve de lo más parecido a una beca Erasmus, de una experiencia vital, un desarrollo personal, de aprender o perfeccionar idiomas, una envidia en definitiva, sí una envidia sana por no haberme podido ir de Erasmus. ¡Tiro al poste tras una muy buena jugada que no se materializa en gol!

Con todo, sirva el resultado futbolístico y este juego comparativo con base autobiográfica para animar a la juventud, chicos y chicas por igual, a que estudien, se esfuercen por obtener una beca Erasmus, que conozcan mundo y personas llenando la mochila personal. Y aunque no me quejaré de mi mili obligatoria de nueve meses, también diré que si hubiera podido tener la posibilidad de elección no hubiera tenido ninguna duda, y a la misma vez también comparto que a más de uno (y de una) no le vendría mal haber tenido la experiencia de la mili o algo parecido. Paradojas razonables, otra más.




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