"Ética, sobre la moral y las obligaciones;
estética, de la belleza y el arte;
y otras cosas..."


lunes, 22 de junio de 2009

LA GENTE DEL CAMPO, MI PRIMERA PUBLICACIÓN



Reconozco haber tardado demasiado en subir mis primeras impresiones a este nuevo medio, esta ventana que me permite mirar hacia el exterior. Además, he mirado un poco lejos en el tiempo, pues subo al blog un artículo publicado en el año 1996 en la Revista Vía Marciala de Utrera, y que también se publicó en el libro "Memorias de Trajano. Un Jardín en la Marisma", de 1997, con motivo del XXV Aniversario de fundación de la pedanía Utrerana.

En este caso no creo en la casualidad. Lo cierto es que podría opinar, pensar, divagar o debatir, y por supuesto compartir, sobre algunos temas, incluso variados, pero las circunstancias y una reciente conversación con mi amigo Amador Sánchez Martín, ha hecho el resto.

Reconozco ser de Pueblo, bastante, y también reconozco que me siento orgulloso de mis raíces, de mis antepasados y de mi origen. Por eso, por no saber aún dónde podré ir o llegar, pero sabiendo de dónde vengo, he pensado que sería bonito rendir un pequeño homenaje a mi Padre (se llama Juan, como su abuelo), y sobre todo a mi Abuelo Diego, que sin saber leer ni escribir (eso sí, siempre firmaba con un perfecto Diego Gomez, sin acento ortográfico, acompañado por su personal garabato), fue uno de los hombres más educados y más sabios que he conocido.

Lo dedico a todos los agricultores, y en especial a mis paisanos de Los Molares, de Trajano y de Utrera.

La gente del campo


Después de varios años de sequía, primero con restricciones para el riego, luego sin riego alguno, de forma paradójica, los pequeños agricultores, se sentían con el agua al cuello. Llevando al extremo la paradoja, algunos de esos pequeños agricultores, ahora, tras las recientes lluvias torrenciales y las consiguientes inundaciones, ven sus tierras anegadas; unos sin poder sembrar nada, otros dando por perdida la siembra anterior a las lluvias, y algunos más viendo crecer junto a las incipientes semillas cantidades inmundas de malas hierbas.

No obstante, la gente del campo, gente que ha pasado mil dificultades, que sabe lo duro de su oficio, que ha superado numerosas adversidades, afronta el futuro con optimismo, esperando el buen tiempo, con la deseada posibilidad de poder sembrar y regar sus cultivos, de recoger el fruto de su trabajo. Nuestros agricultores están cansados de ver sus tierras vacías, de malcriar cosechas a cambio de unas subvenciones que, a lo sumo, sirvieron para cubrir gastos en el mejor de los casos. Los menos afortunados, los que llegaban "justitos" después de tantos años malos, se han visto hipotecados por lo bancos; algunos, desprovistos para siempre de sus propiedades, sin sus tierras, sin su único capital.

Ya va siendo hora de poner a estas buenas gentes donde se merecen, de dignificar toda una forma de vida, una Cultura. Parece obligado recordar que siguen siendo el sector primario de toda actividad económica, del que necesitan las industrias, tanto las de transformación como las químicas y mecánicas, del que necesitan los transportistas, del que necesariamente vivimos todos los consumidores.

Hace ya varios años, en unas de las aulas de la Universidad, mientras seguíamos una clase magistral y tomábamos apuntes, advertimos la presencia entre nosotros de un muchacho, de nuestra misma edad aunque parecía mayor, rubio, robusto, con la piel quemada por el sol y con grietas en unas manos cuyos dedos delataban un trabajo duro, no precisamente el de tomar apuntes. Se limitaba a oír calladamente lo que decía un profesor en el entarimado. Seguramente, acompañaría a alguien de nuestra clase. Pues bien, recuerdo la expresión de algunos de nosotros, mirándolo con expresión burlona, con extrañeza, alguno hizo además algún comentario jocoso al oído de "su aspecto campero". El muchacho se debió sentir distinto, por decirlo suavemente, y no aguantó al final de clase.

Ese joven, ese muchacho, más maduro, que la mayoría de nosotros, podrá estar viviendo hoy de su trabajo, del campo, una de las formas de vida más antigua de la humanidad, y disfrutando dignamente de su vida y de su familia, y se sentirá satisfecho cada vez que vea crecer sus cultivos y recoja sus cosechas. Quizás esas cosechas estén afectando de alguna manera a la vida y al trabajo de aquellos jóvenes universitarios..., si es que tienen trabajo.
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